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MANIFIESTA

El Ministerio de la Verdad

                                                                       “El Ministerio de la Verdad era diferente, hasta un extremo asombroso, de cualquier otro objeto que se presentara a la vista (…) desde donde Winston se hallaba, podían leerse, adheridos sobre su blanca fachada en letras de elegante forma, las tres consignas del Partido:

LA GUERRA ES LA PAZ

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”

(“1984”, George Orwell)

 

I

La mítica novela “1984” fue escrita por Orwell en 1948, y no es más que el relato del autoritarismo exacerbado al cual habían arribado las repúblicas soviéticas para esa época. Orwell sitúa la historia en un Londres convertido en una ciudad fagocitada por la burocracia estatal, en donde no es posible la libertad.

Sin embargo la lectura de esta novela en nuestro contexto histórico-social devela unas analogías que tal vez el propio Orwell ni imaginó. Por ejemplo que se confunda la libertad de consumir, con la libertad de desarrollar las capacidad de cada persona al máximo, cosa que está negada a gran parte de la sociedad. Aquí y ahora, tampoco es posible la libertad.

Winston, el protagonista de “1984”, trabaja en el Ministerio de la Verdad, su tarea es “corregir” los errores de la Historia. Si los acontecimientos muestran algo distinto a lo que, por ejemplo, el Gran Hermano ha anunciado, el Ministerio de la Verdad se encarga de rastrear cada texto que remita a ello, y lo corrige. Ése es el trabajo de Winston: la falsificación del pasado para que coincida con el presente.

Winston se parece mucho a cualquier periodista de los, mal, llamados medios de comunicación.

II

Nos convendría comenzar a llamarlos medios masivos de engaño o medios de mentira masiva (elijan el que más les guste)

El halo de neutralidad, o independencia (esa extraña idea del “periodismo independiente”), está instalado, y es muy difícil desvanecerlo. Cada vez que surge un reclamo la gran mayoría propone “llamar a los medios”. La falsa neutralidad de éstos hace creer que si alguien tiene una verdad para difundir los medios lo harán y esto ayudará a resolver el problema.

Si los medios no fueran corporaciones, sería posible que esto sucediera. Pero realmente estamos lejos de eso.

Muy probablemente deba a Orwell y a la lectura de “1984” lo que he intentado armar como analogía para intentar desvanecer ese maldito halo. Digo que así como los Estados totalitarios, que abundaron en el s. xx, tenían sus Ministerios de Propaganda las corporaciones económicas globales tienen a los, insisto, mal llamados medios de comunicación.

Es decir los “medios” son al Sistema lo que los ministerios de propaganda eran a los estados totalitarios.

Obviamente cuando uno empieza a hablar en estos términos la mayoría huye o deja de escucharnos. “Sistema” “Totalitarismo” “Capitalismo”, “Corporaciones globales” son palabras que repelen cuando son usadas en la misma frase.

Tal vez porque a muchos les suena a abstracciones que poco tienen que ver con la propia cotidianeidad, y que por esto mismo de alguna manera no llegan a afectarnos.

Pero esta es la gran trampa.

 

 

III

Pero tal vez esta anécdota no sea abstracta.

En la primera jornada del último paro de 48hs una escuela del Distrito Escolar 11º se convoca en una importante esquina de su barrio, Flores sur, chichas, chicos, mamás, papás, maestras y maestros.

La asamblea del DE 11º se juntaba en otra esquina y nos avisan que vayamos para allá. Algunos fuimos. Llegan “medios”. Justo en el momento en que llego yo aparece un canal de la provincia de buenos aires, movil, cámara y notero.

Una compañera, megáfono en mano, lee el volante que están repartiendo, donde, palabras más, palabras menos, se denuncia el estado de su escuela y de las escuelas en general y se reclama el mejoramiento, sobre el final del volante se menciona el problema de la seguridad de chicas y chicos al ir y al volver de la escuela.

El notero le hace una serie de preguntas a la maestra que había leído el volante, que insiste en que la cuestión pasa por la defensa de la escuela pública.

El notero recibe una pregunta desde el “piso” del canal y le pasa el auricular a la maestra, se produce un silencio, y escuchamos a la maestra responder que “si a vos te parece que estamos usando a los chicos te invitamos a que vengas un día a la escuela”, todos los demás aplaudimos.

Así siguió más o menos la nota cuando de repente aparecen una maestra y un maestro diciéndole a su compañera que le reclame al periodista que cambien la placa. ¿Qué había pasado? La esquina en cuestión tiene una pizzería, algunos compañeros entraron y, supongo, pidieron poner en los televisores el canal que los estaba reporteando, cuando, para su asombro e indignación, vieron que la nota tenía una placa que rezaba que el reclamo era por la “inseguridad”. Salieron y se lo contaron a su compañera, ella, en vivo, le reclama que cambien la placa, que está claro que “nuestro reclamo es en defensa de la escuela pública”. Pienso que los que estaban viendo en vivo habrán podido apreciar la trampa y también que en el resto del día se cuidarán, los periodistas, de no cometer semejante error (Una compañera me dice que le manda un mensaje su hermana donde le cuenta que el periodista luego del corte de la nota en la esquina, como si la maestra no le hubiera dicho nada, sigue con su perorata de la inseguridad y el “uso” de los chicos)

Como el Winston de 1984 el “periodista” corrige el presente. Sólo que ya no se trata de falsificar el pasado para hacerlo coincidir con el presente, sino de falsificar el presente para hacerlo coincidir con alguna otra cosa, que seguramente sirve a su corporación. Y a esa coincidencia la llaman “realidad”

IV

El difuso, pero eficiente, Ministerio de la Verdad actual -formado por cada canal de televisión, cada diario, cada radio, cada periodista (sí, ya sé, ustedes dirán que hay excepciones, están en su derecho)- podría agregar una parte más a las consignas del Partido: EL ENGAÑO ES LA VERDAD.

Tal vez no se trate de no usar los “medios”, o no reclamar que hagan lo que deberían hacer: difundir, comunicar, sino de estar alertas, de pensar y re-pensar cómo funcionan, e intentar no quedar atrapados en sus perversas trampas.

V

Pensándolo de otra forma, no deja de ser lamentable que una profesión como la de periodista haya devenido una práctica de engaño masivo, de mentirosos bien pagos.

Mientras esto no cambie habrá que seguir reclamando que dejen de engañar, que dejen de mentir. E inundar lo que haya que inundar con nuestras verdades.

Algún día no les va a quedar más remedio que decirlas.

 

federico mercado

m. curricular DDEE 11º y 13º

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