Dispositivo-opinión
Opinión. (Del lat. opinĭo, -ōnis). 1. f. Dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable.
Dispositivo, va. (Del lat. disposĭtus, dispuesto). 1. adj. Que dispone. 2. m. Mecanismo o artificio dispuesto para producir una acción prevista. 3. m. Organización para acometer una acción.
Opinión
Sucede un hecho. Nos enteramos. Lo contextualizamos con otros hechos, más o menos relacionados. Los pensamos uniéndolos como un todo. Y elaboramos un juicio sobre lo sucedido. Emitimos opinión. Ésta, invariablemente, es subjetiva. Y en ello radica su particularidad y su potencia. Porque un hecho podrá relacionarse con tantos otros como experiencias y sucesos haya atravesado quien va a opinar, y al mismo tiempo esa combinación podrá ser distinta cada vez. La opinión, en tanto subjetiva y múltiple, se valida a sí misma. Según lo que se acaba de exponer, la opinión funciona como un comentario sobre el hecho, un agregado que busca ampliar lo que al hecho en cuestión refiere, de forma tal que permita comprenderlo más profundamente, pero a partir de una proposición activa, es decir, a una especie de invitación a pensar en profundidad el hecho en cuestión. La opinión puede ser un comentario que potencie el pensamiento amplio y crítico sobre alguna cuestión. Como proposición abierta espera, de alguna manera, otras opiniones, a la vez que las fomenta. Y tal vez lo más trascendente de la aparición de una opinión es que bajo ésta subyace una idea y a su vez ésta produce pensamiento.
Dispositivo
Sin embargo en la actualidad la opinión fue convirtiéndose en parte de un dispositivo, extendido en forma masiva. Este dispositivo despliega los diferentes elementos del hecho en cuestión de modo tal de producir un efecto previsto: totaliza algunos aspectos, esconde u omite otros y concluye realizando una afirmación absoluta y categórica. Vamos a llamar a esto dispositivo-opinión. En la dinámica de este dispositivo se genera una situación particular: la afirmación absoluta y categórica parte de sí misma para volver a sí misma, es su propia antecesora. Por lo tanto intenta afirmar una verdad mediante una acción de distracción, que sería el aparente razonamiento que quien efectúa el dispositivo-opinión realiza para dar su “opinión”. Ese juicio pre existe a la “opinión”. Pensado al revés, si alguien emite un juicio, liso y llano, puede quedar invalidado ante otros en tanto subjetivo, por lo tanto se vuelve imperioso, para quien intenta imponer su juicio, evitar la invalidación, el dispositivo que estamos definiendo hace aparecer algo que aparenta un argumento que sostiene el juicio, por lo tanto éste se valida. Sin embargo el argumento suele ser el juicio transfigurado como argumento, por lo tanto no hay secuencia lógica que sostenga el dispositivo-opinión[1] , es un juicio, simple, que pretende validarse en un pensamiento que no contiene.
Opinión ciudadana e imaginario falaz
La extensión de este dispositivo sucede sobre todo en un espectro social que gusta de autoproclamarse “ciudadanía”. Esa categoría, la de “ciudadano/a”, en realidad es impuesta y forma parte de uno de los tantos dispositivos de Poder. La persona que se autodenomina “ciudadano” habla desde un lugar exterior a los hechos, pero superior, y pretende neutralidad, es decir, al emitir juicios categóricos y arbitrarios camuflados de opiniones, como ciudadano está dejando de lado, en su imaginario, aquellas funciones que lo atraviesan como individuo en la sociedad. Quien enjuicia como ciudadano pretende neutralidad al hacer desaparecer su género, edad, oficio, clase social, ideología, etc. Esos juicios, estructurados en el dispositivo descripto, utilizan un elemento primordial para su funcionamiento: la proyección de los mismos sobre una sociedad perfecta. Si se reúnen distintas enunciaciones sobre distintos temas, emitidas como opiniones y estructuradas en el dispositivo descripto, se encuentran dos factores comunes, que se alimentan mutuamente: uno es la indignación ante algún hecho y el otro es la sorpresa ante el mismo. Estos dos factores muestran que quien “opina” desde allí no considera a las condiciones de aparición[2] de esos hechos las necesarias para esa aparición . Opera una contradicción básica y sin embargo casi invisible, al afirmar que algo sucede pero que no es posible que suceda, aunque sea comprobable efectivamente, se erige un imaginario falaz que oculta la realidad de la coyuntura que produce lo que produce. No es menor en esta construcción imaginaria la construcción cultural que producen los adelantos tecnológicos y el acceso a ellos de cierto sector de la sociedad[3].
Dispositivo- Opinión
Como mencionamos, el dispositivo-opinión esconde un juicio que pretende imponerse camuflado de pensamiento. Ese juicio se construye sobre un supuesto arbitrario y falaz. La importancia de desarticular el dispositivo consiste en desentrañar, y dejar expuesto, el supuesto que lo sostiene para discutirlo en toda su arbitrariedad. Pero también en intentar generar pensamiento allí donde las condiciones culturales impuestas por el Poder no sólo no lo permiten sino que instalan en el espacio del pensamiento elementos que lo suplantan, obturando toda posibilidad de desarmar los entramados que nos aprisionan.
[1] Este procedimiento es típico en los discursos racistas y/o xenófobos: “lo que pasa es que son de la villa, no quieren salir de la villa, porque son villeros de alma” el ser de la villa es el juicio que intenta sostenerse en la comprobación, que supuestamente conoce quien emite el juicio, de que no quieren salir de ese modo de vida porque es más cómodo, y al mismo tiempo el aparente razonamiento en que habría un “alma de villa” un ser ontológico villero (que no habría que confundir con la identidad barrial, que entraría en otro terreno). Sin embargo el “alma del villero” la tiene el que es “villero”, es decir el juicio parte de sí mismo para volver a sí mismo.
[2] Podría sintetizarse esta situación en la frase “cómo puede ser qué suceda tal cosa” , esta frase afirma que eso que sucede no debería suceder porque las condiciones existentes no lo permitirían, cuando en realidad si suceden es, justamente, porque no sólo es posible que suceda sino que es más habitual que lo supuesto. Se esconde detrás de esa frase un imaginario que establece cierta funcionalidad buena de la sociedad que lo contiene. Cabe mencionar el recurso opuesto que entra en otra categorización. Este recurso se sintetiza en la frase “ahora cualquier hace tal cosa”. Montada en la afirmación de la degradación social sostiene proposiciones reaccionarias y represivas. Pero esto excede el tema de este escrito, aunque son dos caras de la misma concepción social.
[3] Otra vez podríamos sintetizar en una frase “cómo si yo tengo este teléfono celular, con acceso a internet, en este automóvil con gps, no puedo acceder a tal lado por este corte de calle”
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