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MANIFIESTA

Violencia

Idiota: (etimología) La palabra idiota proviene del griego ιδιωτης (idiotes) para referirse a aquel que no se ocupaba de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses particulares.

La muerte, cuando además huele a injusta, es un develador implacable.La muerte cuando cae sobre un niño, vuelve a develar lo desvalido que están en esta sociedad idiota que gusta de mirar para otro lado la mayoría de las veces.

Siniestramente, la muerte vuelve a caer sobre un niño para develar otra clara trama, con responsables claros, que dejan aún más desvalidos a chicas y chicos en esta sociedad idiota, en esta ciudad idiotizada.

Pero los funcionarios responsables anticiparon la jugada y vuelven sus dedos acusadores sobre otros y, en el colmo de su cobarde actitud, no sería difícil imaginarlos acusando al propio niño de haber muerto bajo los golpes del violento.

Como en un espejo macabro vimos, otra vez, la parte de atrás del afiche publicitario donde todos sonríen y saludan a los vecinos. En ese atrás los funcionarios se muestran soberbios, agresivos, pedantes, sin el mínimo respeto por la vida truncada a tan poquito de nacida.

La fotito de sonrisas actuadas y los globos de colores tienen su contraparte de desidia, negociado y muerte.

Pero la muerte devela, muestra, impacablemente, la realidad.

 

El funcionario sonriente se saca una foto con la escuela pintada y atrás se caen techos, no hay vidrios, ni gas, ni ventiladores funcionando. Y la ciudad idiota mira para otro lado.

El funcionario sonriente se saca una foto y dice que la escuela pública ha mejorado porque regalo unas computadoras. Pero entonces la muerte viene a decirle que chicas y chicos necesitan, más que una computadora (que pocas veces funciona como debería) necesitan un recorrido de organismos que permitan contenerlos y cuidarlos ante cualquier violencia que pueda acecharlos.

Y entonces se devela que esos organismos han sido vaciados, que no hay profesionales suficientes, que es difícil llegar a algunos casos y a veces se tarda demasiado.

 

La muerte de Agustín, como nunca antes para la ciudad idiotizada, los pone en evidencia.

La Muerte los señala y les dice: deben ser destituidos, dejen sus cargos si tienen un gramo de dignidad, si valoran más la vida que sus egos, negociados, o lo que fuere que están poniendo delante de los derechos de los demás.

Acusados, señalados, por el dedo de la Muerte, en la actitud mas cobarde que podría haberse imaginado, gritan “Nosotros no, ellas” y quitan de sus cargos a las docentes, usando artilugios incapaces de sostener.

Parecería que el miedo los vuelve más soberbios, más pedantes, y sostienen la acusación y la sanción sin hacer caso al pedido de familias, de docentes, sin hacer caso a las necesidades de aquellas chicas y chicos que fueron compañeras y compañeros del niño que no volverá al Jardín. 

Y entonces, cuál es el límite?

Los que transitamos esos edificios en los cuales se notan el vaciamiento, la desidia y las mentiras del Gobierno de la Ciudad, los que intentamos enseñar con un mínimo de respeto por el derecho de chicas y chicos a aprender, venimos diciendo lo que esta “gestión” viene haciendo con la escuela pública, venimos denunciando lo que implican vaciamientos, tercerizaciones, privatizaciones, negociados.

Pero nuestra voz ha sido ninguneada.

La ciudad idiota ha preferido creer que lxs maestrxs son todos vagos, que paran porque sí, que trabajan 4 horas y otra catarata de idioteces.

Y ahora? Tristemente, muy tristemente, la muerte viene a decirnos, a decirles, que no era así, que lo que decíamos tenía tanta verdad.

Nunca entendieron que si hay por allí algún docente que abusa de licencias hay otros 99 que no faltan nunca, que si hay algún docente que se rasca hay otros 99 que trabajan denodadamente por generar espacios de aprendizaje, no sólo de contenidos básicos, sino también de derechos y libertades.

Nunca entendieron que el vínculo que se crea entre chicas, chicos y docentes se nutre de confianza, respeto y esperanza.

Por eso nunca entendieron que defendiéramos tanto ese pequeño espacio que es la escuela, tan golpeado y maltratado por los funcionarios de sonrisas actuadas y bonitos colores.

Pero nuestra voz se acalló, se negó, se tapó con carteles y globitos.

Realmente hubiéramos querido que nuestra palabra sirviera para explicar la situación grave de la escuela pública, hubiéramos querido que alcanzara la denuncia para develar el estado en que el Estado la ha puesto luego de dos “gestiones” de gobierno. Y no que la muerte de un niño viniera a mostrar lo evidente.

Ahora que ya es tarde nos resta la solidaridad.

Por Agustín.

Por Rodrigo y Rolando.

Por el derecho a la vida que les robaron.

Por todxs lxs chicxs que pueblan las escuelas y jardines a quienes la lógica de Estado, privatista y marketinero, cada día les va cercenando derechos y dignidades.

Por estas compañeras y por cada unx que sufre este y otros tipos de persecución.

El miércoles paramos y nos encontramos en la puerta de la escuela, del jardín.

Si nuestro límite no es la muerte, si nuestro límite no es la solidaridad y el acompañamiento real y efectivo ante lo absurdamente injusto, estamos perdidos.

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