Después del temporal
Implacable, llega el agua. Y arrasa, destruye, devora.
La luz del día muestra lo que quedó, lo que ha sido escupido, vomitado, por el agua que arrasa, lo que hasta hace poco era bien, útil, desde el confort a la necesidad, ahora es basura.
Lo que antes era útil ahora es basura amontonada en las esquinas.
Pero cuando baja el agua deja, también, otro tendal, igual de sucio, igual de inútil que el colchón mojado, exactamente igual a la basura acumulada en las esquinas de varios barrios de esta ciudad.
El temporal puso en evidencia, otra vez, lo frágil que es la vida en la ciudad, lo desprotegidos que están sus habitantes, y sobre todo lo engañados que vivimos pensando que esa entelequia llamada Estado hace lo que supuestamente debería hacer.
Un empresario como gobernante es la peor tragedia que le puede suceder a una ciudad, su tarea es hacer negocios, no gobernar.
La consecuencia de esos negociados, que han consistido simplemente en Hacer obras inútiles para la ciudad, vendiéndonos que eran necesarias -metrobus, bicisendas, enrejados de plazas, vaciamientos varios- y NO Hacer lo que evidentemente era necesario, lo que la ciudad necesitaba para que los fenómenos naturales no se conviertan en catástrofes, en tragedias, decía, las consecuencias de esos negociados están a la vista, como la basura en las esquinas.
Un empresario sólo piensa en hacer negocios.
Un empresario que gobierna sólo piensa en hacer negocios.
En toda la basura que dejó el temporal y las inundaciones, empresario gobernante, estás vos.
Se perdieron muchos bienes materiales con el agua implacable que arrasa.
Más se perdió al entregarle a un empresario el gobierno de la ciudad
En el vómito de la inundación estás vos.
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