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MANIFIESTA

Pobre ministra

Pobre ministra

 

La ministra de educación de la ciudad de buenos aires, y los de su clase, condenan desde hace años, décadas o más, a miles de personas de este país a la pobreza. No es de extrañar entonces que muchxs maestrxs vengamos de eso que llama “pobreza”, si somos la mayoría ¿Se imaginan un niño rico como mauricio siendo maestro? ¿Una señora bien, como ella misma, siendo maestra? Difícil. Raro.

 

Y vuelvo sobre lo mismo ¿Tiene sentido agrupar algunas palabras en contra de las barbaridades que cada tanto se les “escapan” a los representantes de la clase de la pobre ministra? ¿Tiene sentido intentar desentrañar el artilugio que implican esos dichos, expresados de ese modo y en el contexto en que se presentaron? ¿Tiene sentido que un pobre maestro diga algo?

 

Digamos que no me sobra un mango, gracias a la ministra y los de su clase, y si seguimos así nunca me sobrará. Alquilo, tengo más deudas que certezas de cómo pagarlas, apenas si me sobra guita a fin de mes para algún gasto extra, pero ¿La pobre ministra habrá nacido a la poesía por un libro de Miguel Hernández que estaba en el estante de la mesa del televisor en el departamento de mi abuela en Lugano, donde habíamos tenido que ir a vivir con mi vieja y mi viejo y mis hermanas y hermanos, porque ya no podían pagar el alquiler de la casa de Flores porque en la fábrica había poco laburo y el camión de mi viejo estaba casi parado? ¿O se habrá fascinado y conmovido escuchando esas guitarras épicas del boom del folklore en el pasa-cassettes del camión, con su padre cantando esas canciones que, probablemente, le trajeran algún recuerdo de su provincia de la que había venido debajo de la pollera de su hermana mayor, como él decía, porque allá, probablemente, fuera poco posible el trabajo, la vida, como le pasó a tantxs argentinxs, a tanto cabecita negra, como los de la clase de la pobre ministra llamaron a la inmigración interna que provocó las políticas que ya conocemos?

Mi vieja me heredó la sensibilidad y el amor por la poesía, por la lectura, mi viejo la cultura del trabajo y el amor por la música y las guitarras. Tuve una abuela enfermera, un abuelo obrero hasta que la fábrica cerró y entonces laburó en la Municipalidad. Una abuela que se crío y laburó en el campo y, como tantos, tengo una rama de mi familia inmigrante que vinieron a América no justamente porque les sobrara la guita...

Y no me sobra la guita, igual que a mi abuela en un pueblito en Catamarca y a mis bisabuelxs o tatarabuelxs que vinieron de Italia o España, igual que a mi viejo que se murió a mediados de los 90 traicionado en su peronismo por el menemismo (sigo pensando que la reelección del funcionario eterno lo termino de matar, su tristeza fue inmensa) con todo me alcanza más que a las familias de las escuelas de mi distrito, golpeadas económicamente muchísimo gracias a los gobiernos de la clase de la pobre ministra.

Me críe en Lugano y, curiosamente mi tarea docente quedó arraigada por allí y esas chicas y chicos, esas familias a pesar de no tener un mango me enseñaron y enseñan como seguro la pobre ministra no puede imaginar.

No me sobra un mango nunca, pero pobreza es la suya, ministra.

No soy joven, porque además de mis años, laburando desde adolescente, cargo, orgullosamente la historia de mi viejo, de mi vieja, de mis abuelos y abuelas.

No soy de izquierda, sé a qué clase pertenezco y cuáles son nuestra luchas.

 

Pobre ministra que no puede entender las diferencias.

 

(Las entiende, no nos confundamos, el discurso es un artilugio, pero de eso hablamos en otro momento)

Nunca, nada, empieza ahora

Hoy la televisión escupe opinión y el diario riega impunidad. Hoy la opinión pública se traga lo que publican para que trague. Y destila veneno. Pero cuánto podía durar.

 

Salgo, plaza Flores ahora se está llenando de compañerxs. Camino, el delantal puesto y el bombo calzado –la marcha sin agite no es marcha-. Una señora viene caminando y cuando me cruza me dice “Fuerza!” levantando la mando donde cuelga la cartera. Llego a Rivadavia, paso por un puesto de diarios y el diariero dice “¡Vamos los docentes!” mientras golpea el techito verde. Hago unas cuadras más y me cruza un señor, mayor, pulgar arriba, dice “No aflojen!”

 

Ponele que sos maestrx, que tenés tres laburos, que laburás de lunes a sábado, que tenés la alegría de compartir aprenderes con cientos de chicas y chicos. Ponele que un día, arbitrariamente, cierran grados, cursos, que un día se caen un pedazo de techo, que otro día se llueve, que no hay gas en invierno, que la comida del comedor es indigna o te caen con unas ideas novedosísimas que esconden, siempre, negociados, donde se benefician otros, nunca chicas y chicos. Ponele que se reclama por vía jerárquica y que nunca hay respuesta. Ponele que encima los ves salir, camisita impecable y saquito (corbata no, viste? Eso da cool) a decir que no pasa nada, que está todo bien, que solucionaron todo. Ponele, por último, que encima lanzan una campaña de desprestigio sobre los docentes, cabalgando en las famosas 4 horas y los 3 meses de vacaciones, en donde todo lo que sale mal en las escuelas es culpa de lxs maestrxs. Y ponele que volvés a tu escuela, taller, programa, centro educativo, y ves que no, comprobás a cada rato que no. Que no sólo no solucionaron nada y además agregaron problemas, injusticas y arbitrariedades, sino que además los que sostenemos, poniendo el cuerpo cada dia, somos lxs maestrxs.

 

Entonces los guardapolvos un día dejaron una hipotética blancura. Cómo iban a quedar blancos, neutros, igualitos uno al otro si tienen tanta mañana, tanto lápiz, tanto abrazo? Cómo iban a quedar blancos, neutros, igualitos uno al otro si tienen tanto que decir, tanto que contar, tanto que gritar?

 

Nunca, nada, empieza ahora.

Cuando el pseudo periodista arremete contra el paro docente, lxs maestrxs llevamos miles de horas de trabajo, sueños y sueño, de charlas con chicas, chicos, familias, intentando que lo que pase en la escuela sea lo mejor a pesar de las políticas educativas de los gerentes de turno en el gobierno (ojalá algún día no nos gobiernen empresarios)

Los que paramos lo hacemos, justamente, porque trabajamos y justamente porque padecemos y vemos padecer a nuestrxs chicxs una política perversamente superficial.

Y porque no seremos cómplices.

 

Cuando se acuerdan, malamente, de nosotxs, hace rato que venimos marchando.

Es un poco triste que no puedan verlo.

Tanto como ver a otrxs trabajadores repetir discursos de una bajeza ética e intelectual desopilante.

 

Pero es una alegría encontrarnos en la calle con lxs miles que sostenemos el carácter público de la escuela.

 

Ellos son el ahora fugaz de la notita mezquina, el discurso berreta y la hipocresía en camisita cool.

 

Nosotrxs somos ayer lo que seremos mañana.

Maestrxs para enseñar donde sea, a quién sea, que es una cuestión de derechos.

Ella y yo por mil

La secuencia se repite

Grito/empujás/cae/avalancha/gases/caigo/levantás/ayuda/replegamos/balas/limpio/curás/nos cubre/aprieta mi mano/nos cuidamos/gases/balas.

 

Se cayó? No ve por el gas? Pide ayuda y se aferra a mi mano? O soy yo y ella es la que me ayuda? Me cura y me salva guardándome en un kiosco mientras se va por Rivadavia? Con la cana detrás? Que tira, gases, balas?

 

Importa?

Ella o yo?

Somos otros?

Somos los otros en la calle?

Ella y yo somos nosotros

en la calle

 

Los relatos compañeros repiten la secuencia por mil

Hablan de todos nosotros

 

No hay patria

No hay otro

Sólo nosotros

bajo la lluvia de gases y balas

 

Del otro lado los ellos

escupiendo mentira y ajuste

cinismo y gases

palos y balas

noticias y motos

opinión y balas y gases

 

Vencido, el gas, como las opiniones que escupen.

Tóxico para los ellos mismos

que se envenenan de su propio gas,

de su propia opinión.

 

Mientras, la secuencia se repite por mil

Ella y yo por mil

Ser como somos

“¿Quiere que le diga cuáles son las ideas más importantes que nos hacen ser como somos?

Son tres: la Solidaridad, la Fraternidad y el Apoyo Mutuo. Con esos tres eslabones se puede enarbolar una bandera. La Solidaridad es la de aquel que por oportunidad dispone de un pedazo más de pan y se lo brinda a otros. La Fraternidad habla del amor al prójimo: los trabajadores se abrazan en una batalla para conseguir un Convenio mejor. Y el Apoyo Mutuo significa que uno con otro y otro y otro van formando un bastión. Y ahí se va a tropezar el que viene para embestir”

(José Domingo Trama, en La razón de las masas,  de Nicolás Doljanin)

Nos quieren vocacionales, voluntarios, sobornables, pobres -de bolsillo y de corazón- intercambiables, asustables, extorsionables, obedientes, calladitos.

Nos quieren uno, nos quieren solos, aislados.

Llevan años cimentando egoísmo y soledad, confort y engaño, mentira y soberbia.

 

Han asumido la tarea de aplastarnos, porque estamos en el medio. Saben que para destruir escuela pública, tienen que pasar por arriba de lxs maestrxs, que enseñamos a pensar, a preguntar, a dudar, a soñar y a hacer, por igual, sin importar si podés pagar o no.

 

Pero saben, también, que no es fácil, por eso mienten, por eso acusan, por eso escupen opiniones sobre nuestra tarea y ordenan  lo que deberíamos ser y lo que no. Ellos, una enmarañada trama de empresarios funcionales y gerentes funcionarios, medios de (in)comunicación y mentira masiva y dirigentes de escritorio. Se ayudan, se dan la mano, por debajo de la mesa, transan en su único y privilegiado beneficio. Y cuando todo explota ellos siempre tienen su aseguro, su banco, su plata afuera, su campos y empresas, su traje impecable, sin manchas.

 

Y nosotrxs siempre nos tenemos a nosotrxs. A lxs que no se callaron y protestaron para defender lo que había que defender. Antes y ahora. Sosteniendo cada día el carácter público de la escuela, en cada pequeña acción -desde acomodarle el delantal a un chico, hasta pelearnos con el que los maltrata, pero también escuchándonos, ayudándonos en la tarea diaria, que nunca es sencilla, mucho menos en estos tiempos de vaciamiento, desidia e impunidad-.

Y cuando todo explota nosotrxs nos tenemos a nosotrxs y el delantal, manchado de mañanas y abrazos.

 

Llevamos años sembrando solidaridad, fraternidad, compañerismo.

Su tarea es dividir(nos). La nuestra sumarnos.

Son tiempos de recuperar lo mejor que tenemos como laburantes: la potencia del nosotrxs. Ser como somos.

 

Porque, otra vez, necesitamos ser todos, ser todas.

Hay que hacer todo

Hay que hacer todo. Es vital. No se puede de otro modo.

Hay que volver a preguntarnos cómo hacemos, aunque a nadie le importa un carajo. Hay que perseguir para abrazarlo, al pibe al que todos retan. Hay que levantarse el día de la Memoria y jugar con tu hijito para verle la sonrisa. Hay que insistir en que algo es urgente. Hay que entender, tratar por lo menos. Hay que marchar para revelar lo injusto. Hay que laburar incansablemente para abrir espacios. Hay que cansarse para volver a empezar. Hay que resistir. Hay que llevar en brazos a tu bebé y que todxs lo vean y ver cómo él le sonríe a cada unx. Hay que abrazarse. Hay que avanzar. Hay que mirar a las ojos a cada niñx y jurarles no rendirnos. Hay que abrazar a tu hijita y quedarte en ese abrazo y decirle que vas a extrañarla y volverla a abrazar cuando vuelva. Hay que pelearse con lxs compañerxs que están mirando para otro lado. Hay que ir a buscar a cada pibe a su casa para el ensayo. Hay que hacer chistes malísimos de los que nadie se rie. Hay que armar una murga, dos, tres, las que sean. Hay que cantar. Hay que bailar. Hay que acostarse pensando todo lo que falta y dormirse pensando cómo vamos a hacer. Hay que decir y decir y decir que no siempre todo fue así, que no necesariamente tiene que ser así. Hay que ir a la reunión aunque sea lejos, aunque sea tarde. Hay que insistir en la asamblea para que todos pensemos y que no nos tape el discurso burócrata que siempre nos jodió. Hay que juntarse con lxs compañerxs y pensar cómo hacemos para que nuestra tarea sea siempre nuestro mejor esfuerzo para lxs pibxs. Hay construir lo justo en cada minutito. Hay que darle la mano a tu compañera y caminar. Hay que abrazarla. Hay que preguntarle a tus hijxs cómo les fue en la escuela, todos los días, aunque ya no quieran contestarte. Hay que hacerles la leche, el mate cocido y comprarles los biscochitos que les gustan. Hay que pedirles que laven los platos. Hay que hacer trampa para que siempre laven los varones. Hay que enfrentar al compañero que nos caga. Hay que decir que el capitalismo mata. Hay que volver a intentar reconstruir lo que se rompió. Hay que soñar. Hay que sentarse a hablar con nuestrxs chicxs. Hay que escucharlxs. Hay que sonreir. Hay que decir buen día. Hay que subirse a la bicicleta otra vez y volver al barrio. Hay que enfrentar toda violencia, combatirlas. Hay que pararse a charlar con los que ya se fueron de la escuela. Hay que llorar. Hay que dolerse de todo lo injusto. Hay que hacer la comida. Hay que amar. Hay que tocar la guitarra. Hay que aguantar la tristeza. Hay que ir a visitar a uno de nuestros pibes internados. Hay que hablar con la mamá. Hay que hacer de la solidaridad un hábito férreo. Hay que pararse en medio de la batea de tambores y sentir el sol ardiente. Hay que recordar a lxs que no están. Hay que caminar por, con, ellxs. Hay que nombarlxs, desde Azucena a Julio, pasando por Luciano. Hay que darle duro al tambor por cada unx.

 

Y después de todo eso, mientras vayas caminando y tocando, rodeado de tambores y compañerxs, vas a ver volar entre las decenas de tocadores una mariposa, y después otra, y otra.

Y por algún extrañísimo misterio, vas a conmoverte hasta las lágrimas, por ese vuelo, como si vinieran a decirnos algo, que no se entiende con palabras, pero sí con el ser, completito, cuerpo y corazón.

Hay que tomar aire, y sentir, que renovamos fuerza y razones para seguir.

Porque hay que hacer todo.

 

Federico mercado

24 de marzo de 2016, a 40 años del último golpe de Estado genocida en la Argentina.

Violencia

Idiota: (etimología) La palabra idiota proviene del griego ιδιωτης (idiotes) para referirse a aquel que no se ocupaba de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses particulares.

La muerte, cuando además huele a injusta, es un develador implacable.La muerte cuando cae sobre un niño, vuelve a develar lo desvalido que están en esta sociedad idiota que gusta de mirar para otro lado la mayoría de las veces.

Siniestramente, la muerte vuelve a caer sobre un niño para develar otra clara trama, con responsables claros, que dejan aún más desvalidos a chicas y chicos en esta sociedad idiota, en esta ciudad idiotizada.

Pero los funcionarios responsables anticiparon la jugada y vuelven sus dedos acusadores sobre otros y, en el colmo de su cobarde actitud, no sería difícil imaginarlos acusando al propio niño de haber muerto bajo los golpes del violento.

Como en un espejo macabro vimos, otra vez, la parte de atrás del afiche publicitario donde todos sonríen y saludan a los vecinos. En ese atrás los funcionarios se muestran soberbios, agresivos, pedantes, sin el mínimo respeto por la vida truncada a tan poquito de nacida.

La fotito de sonrisas actuadas y los globos de colores tienen su contraparte de desidia, negociado y muerte.

Pero la muerte devela, muestra, impacablemente, la realidad.

 

El funcionario sonriente se saca una foto con la escuela pintada y atrás se caen techos, no hay vidrios, ni gas, ni ventiladores funcionando. Y la ciudad idiota mira para otro lado.

El funcionario sonriente se saca una foto y dice que la escuela pública ha mejorado porque regalo unas computadoras. Pero entonces la muerte viene a decirle que chicas y chicos necesitan, más que una computadora (que pocas veces funciona como debería) necesitan un recorrido de organismos que permitan contenerlos y cuidarlos ante cualquier violencia que pueda acecharlos.

Y entonces se devela que esos organismos han sido vaciados, que no hay profesionales suficientes, que es difícil llegar a algunos casos y a veces se tarda demasiado.

 

La muerte de Agustín, como nunca antes para la ciudad idiotizada, los pone en evidencia.

La Muerte los señala y les dice: deben ser destituidos, dejen sus cargos si tienen un gramo de dignidad, si valoran más la vida que sus egos, negociados, o lo que fuere que están poniendo delante de los derechos de los demás.

Acusados, señalados, por el dedo de la Muerte, en la actitud mas cobarde que podría haberse imaginado, gritan “Nosotros no, ellas” y quitan de sus cargos a las docentes, usando artilugios incapaces de sostener.

Parecería que el miedo los vuelve más soberbios, más pedantes, y sostienen la acusación y la sanción sin hacer caso al pedido de familias, de docentes, sin hacer caso a las necesidades de aquellas chicas y chicos que fueron compañeras y compañeros del niño que no volverá al Jardín. 

Y entonces, cuál es el límite?

Los que transitamos esos edificios en los cuales se notan el vaciamiento, la desidia y las mentiras del Gobierno de la Ciudad, los que intentamos enseñar con un mínimo de respeto por el derecho de chicas y chicos a aprender, venimos diciendo lo que esta “gestión” viene haciendo con la escuela pública, venimos denunciando lo que implican vaciamientos, tercerizaciones, privatizaciones, negociados.

Pero nuestra voz ha sido ninguneada.

La ciudad idiota ha preferido creer que lxs maestrxs son todos vagos, que paran porque sí, que trabajan 4 horas y otra catarata de idioteces.

Y ahora? Tristemente, muy tristemente, la muerte viene a decirnos, a decirles, que no era así, que lo que decíamos tenía tanta verdad.

Nunca entendieron que si hay por allí algún docente que abusa de licencias hay otros 99 que no faltan nunca, que si hay algún docente que se rasca hay otros 99 que trabajan denodadamente por generar espacios de aprendizaje, no sólo de contenidos básicos, sino también de derechos y libertades.

Nunca entendieron que el vínculo que se crea entre chicas, chicos y docentes se nutre de confianza, respeto y esperanza.

Por eso nunca entendieron que defendiéramos tanto ese pequeño espacio que es la escuela, tan golpeado y maltratado por los funcionarios de sonrisas actuadas y bonitos colores.

Pero nuestra voz se acalló, se negó, se tapó con carteles y globitos.

Realmente hubiéramos querido que nuestra palabra sirviera para explicar la situación grave de la escuela pública, hubiéramos querido que alcanzara la denuncia para develar el estado en que el Estado la ha puesto luego de dos “gestiones” de gobierno. Y no que la muerte de un niño viniera a mostrar lo evidente.

Ahora que ya es tarde nos resta la solidaridad.

Por Agustín.

Por Rodrigo y Rolando.

Por el derecho a la vida que les robaron.

Por todxs lxs chicxs que pueblan las escuelas y jardines a quienes la lógica de Estado, privatista y marketinero, cada día les va cercenando derechos y dignidades.

Por estas compañeras y por cada unx que sufre este y otros tipos de persecución.

El miércoles paramos y nos encontramos en la puerta de la escuela, del jardín.

Si nuestro límite no es la muerte, si nuestro límite no es la solidaridad y el acompañamiento real y efectivo ante lo absurdamente injusto, estamos perdidos.

de terrorismos de Estado, negocios y cómplices

 

Como aquel famoso poema de Bertolt Brecht los habitantes de la ciudad de Buenos Aires que eligieron, y re eligieron, esta gestión, miran para otro lado porque no les importan los demás.

Claro, ellos no son locos, artistas, vendedores, docentes, simplemente jóvenes, médicos, periodistas o trabajadores, simplemente.

O, tal vez sí lo sean, y entonces el habitante de la Ciudad de Buenos Aires, que votó esta gestión, no se define por lo que hace, sino por lo que no hace y por lo que le deja hacer a la gestión que votó.

Se define por mirar para otro lado mientras su gestión endeuda a la ciudad en millones, que seguiremos pagando cuando no estén; aumenta los impuestos sin que nada mejore y se corte la luz por días o se inunde la casa hasta el techo; destruye la ciudad con obras estúpidas e innecesarias -mejor dicho, necesaria para aumentar sus patrimonios personales-; avasalla conquistas que no tienen partido político sino que garantizan derechos, tanto en salud como en educación.

 

¿Y cómo instalan esta política de destrucción, enriquecimiento, corrupción y avasallamiento? Siguiendo paradigmas de últimas dictaduras -se ve que les enseñaron bien-: mediante la represión, mediante la persecución, el apriete velado o evidente, haciendo escuchas telefónicas o mandando una patota, amenazando a directores de hospitales o supervisores docentes o mandando una patota, poniendo rejas en lugares públicos y mandando una patota.

Una patota que antes era la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) y ahora se llama Policía Metropolitana, que vos, que lo votaste, dejaste crecer, porque antes eran unos cuantos patovicas violentos y ahora son cientos y armados.

 

Mirando para otro lado fuiste y sos cómplice de que un empresario destruya impunemente la ciudad que muchos amamos y además use el terrorismo de Estado como herramienta de control, porque lo que pasó ayer en el Borda es eso lisa y llanamente.

 

Pero bueno, como en el famoso poema de Bertolt Brecht, cuando te toque a vos va a ser tarde.

 

Mientras tanto los porteños, de verdad, seguiremos en nuestros trabajos, defendiendo lo que hay que defender y en la calle compartiendo luchas por el bien de todos, vos incluído.

 

Vos quedate en tu casa tranquilo que ya te van a golpear la puerta.

 

Y no me vengas con lo de que no te va lo de “Macri malo Cristina buena” TODO ESTADO ES REPRESOR.

Estoy repitiendo que ayer la Policía Metropolitana del gobierno que votaste o vas a votar actuó como en la dictadura, como fuerza de choque de un negocio que ni siquiera te beneficiará a vos.

Fijate que ayer no les importó balear a un médico, una de las carreras más reconocidas universitariamente, y a un interno de ese hospital, tal vez de los que menos tienen en la ciudad.

 

Viste? Tenían razón: en todo estás vos, porque sos cómplice.

 

 

 

 

 

 

Como aquel famoso poema de Bertolt Brecht los habitantes de la ciudad de Buenos Aires que eligieron, y re eligieron, esta gestión, miran para otro lado porque no les importan los demás.

Claro, ellos no son locos, artistas, vendedores, docentes, simplemente jóvenes, médicos, periodistas o trabajadores, simplemente.

O, tal vez sí lo sean, y entonces el habitante de la Ciudad de Buenos Aires, que votó esta gestión, no se define por lo que hace, sino por lo que no hace y por lo que le deja hacer a la gestión que votó.

Se define por mirar para otro lado mientras su gestión endeuda a la ciudad en millones, que seguiremos pagando cuando no estén; aumenta los impuestos sin que nada mejore y se corte la luz por días o se inunde la casa hasta el techo; destruye la ciudad con obras estúpidas e innecesarias -mejor dicho, necesaria para aumentar sus patrimonios personales-; avasalla conquistas que no tienen partido político sino que garantizan derechos, tanto en salud como en educación.

 

¿Y cómo instalan esta política de destrucción, enriquecimiento, corrupción y avasallamiento? Siguiendo paradigmas de últimas dictaduras -se ve que les enseñaron bien-: mediante la represión, mediante la persecución, el apriete velado o evidente, haciendo escuchas telefónicas o mandando una patota, amenazando a directores de hospitales o supervisores docentes o mandando una patota, poniendo rejas en lugares públicos y mandando una patota.

Una patota que antes era la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) y ahora se llama Policía Metropolitana, que vos, que lo votaste, dejaste crecer, porque antes eran unos cuantos patovicas violentos y ahora son cientos y armados.

 

Mirando para otro lado fuiste y sos cómplice de que un empresario destruya impunemente la ciudad que muchos amamos y además use el terrorismo de Estado como herramienta de control, porque lo que pasó ayer en el Borda es eso lisa y llanamente.

 

Pero bueno, como en el famoso poema de Bertolt Brecht, cuando te toque a vos va a ser tarde.

 

Mientras tanto los porteños, de verdad, seguiremos en nuestros trabajos, defendiendo lo que hay que defender y en la calle compartiendo luchas por el bien de todos, vos incluído.

 

Vos quedate en tu casa tranquilo que ya te van a golpear la puerta.

 

Y no me vengas con lo de que no te va lo de “Macri malo Cristina buena” TODO ESTADO ES REPRESOR.

Estoy repitiendo que ayer la Policía Metropolitana del gobierno que votaste o vas a votar actuó como en la dictadura, como fuerza de choque de un negocio que ni siquiera te beneficiará a vos.

Fijate que ayer no les importó balear a un médico, una de las carreras más reconocidas universitariamente, y a un interno de ese hospital, tal vez de los que menos tienen en la ciudad.

 

Viste? Tenían razón: en todo estás vos, porque sos cómplice.

 

federico mercado

 

 

 

 

 

Como aquel famoso poema de Bertolt Brecht los habitantes de la ciudad de Buenos Aires que eligieron, y re eligieron, esta gestión, miran para otro lado porque no les importan los demás.

Claro, ellos no son locos, artistas, vendedores, docentes, simplemente jóvenes, médicos, periodistas o trabajadores, simplemente.

O, tal vez sí lo sean, y entonces el habitante de la Ciudad de Buenos Aires, que votó esta gestión, no se define por lo que hace, sino por lo que no hace y por lo que le deja hacer a la gestión que votó.

Se define por mirar para otro lado mientras su gestión endeuda a la ciudad en millones, que seguiremos pagando cuando no estén; aumenta los impuestos sin que nada mejore y se corte la luz por días o se inunde la casa hasta el techo; destruye la ciudad con obras estúpidas e innecesarias -mejor dicho, necesaria para aumentar sus patrimonios personales-; avasalla conquistas que no tienen partido político sino que garantizan derechos, tanto en salud como en educación.

 

¿Y cómo instalan esta política de destrucción, enriquecimiento, corrupción y avasallamiento? Siguiendo paradigmas de últimas dictaduras -se ve que les enseñaron bien-: mediante la represión, mediante la persecución, el apriete velado o evidente, haciendo escuchas telefónicas o mandando una patota, amenazando a directores de hospitales o supervisores docentes o mandando una patota, poniendo rejas en lugares públicos y mandando una patota.

Una patota que antes era la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) y ahora se llama Policía Metropolitana, que vos, que lo votaste, dejaste crecer, porque antes eran unos cuantos patovicas violentos y ahora son cientos y armados.

 

Mirando para otro lado fuiste y sos cómplice de que un empresario destruya impunemente la ciudad que muchos amamos y además use el terrorismo de Estado como herramienta de control, porque lo que pasó ayer en el Borda es eso lisa y llanamente.

 

Pero bueno, como en el famoso poema de Bertolt Brecht, cuando te toque a vos va a ser tarde.

 

Mientras tanto los porteños, de verdad, seguiremos en nuestros trabajos, defendiendo lo que hay que defender y en la calle compartiendo luchas por el bien de todos, vos incluído.

 

Vos quedate en tu casa tranquilo que ya te van a golpear la puerta.

 

Y no me vengas con lo de que no te va lo de “Macri malo Cristina buena” TODO ESTADO ES REPRESOR.

Estoy repitiendo que ayer la Policía Metropolitana del gobierno que votaste o vas a votar actuó como en la dictadura, como fuerza de choque de un negocio que ni siquiera te beneficiará a vos.

Fijate que ayer no les importó balear a un médico, una de las carreras más reconocidas universitariamente, y a un interno de ese hospital, tal vez de los que menos tienen en la ciudad.

 

Viste? Tenían razón: en todo estás vos, porque sos cómplice.

 

federico mercado

 

 

 

Después del temporal (II)

... Por suerte y a pesar de todo, la gente, el pueblo, los que tienen mucho, poco o nada, dan una mano en lo que pueden (…) Mientras el pueblo ayude al pueblo, no todo esta perdido. Abrazo viejo, tenemos que aprender mucho todavia.”

Dan una mano en lo que pueden. Y lo que pueden es mucho.

Vaya a saber de dónde nos viene esta enorme capacidad solidaria.

Y vaya a saberse, también, porque sólo aparece ante las tragedias.

Pero está, y es real, viva y activa.

En estos días una marea desinteresada y activa recorrió la ciudad juntando lo que se necesitaba, difundiendo lo que había pasado, ayudando al que tal vez unos días antes ni veían al cruzarlo, encontrándose en los lugares más inesperados, solamente para ayudar al que lo necesita.

Los relatos también son implacables.

Niños salvados de las aguas oscuras de la madrugada. Vecinos ayudándose en la emergencia. Manos que limpian lo común y lo propio. Gente que se desprende de lo que tiene para dárselo al que ahora no tiene y necesita.

Y los que tenían la responsabilidad de aparecer, no aparecieron, o aparecieron tarde y mal, siguiendo su lógica de maquillaje festivo, globos y obras inútiles que huelen a negociado podrido.

Por donde hace unos días corría la furia del agua ahora corre una marea de gente que da lo que tiene, ropa o mano y de otra que las busca y las encuentra.

En medio de esa corriente un imbecil se ahoga mientras grita por su celular “¡tenés que venir! ¡lo importante es la presencia política!” Otra les grita a los que vienen chorreando necesidad y pone a uno de sus compañeros como patovica en la puerta, hace uso de su poder, mezquino y cobarde.

Ellos se ahogan en la corriente de la necesidad ajena.

Nosotros decidimos aprender a navegar en la marea de la solidaridad.

Así es, compañero, tenemos que aprender mucho todavía, y va siendo hora que lo hagamos.